xXx: Reactivated

Por un acto de fe, quizás por la necesidad de un entretenimiento ligero, tenía cierta esperanza en que esta tercera entrega de la saga xXx, la segunda con Vin Diesel como prota, pegara un giro como el que pegó Fast & Furious en su quinta entrega. A fin de cuentas ambas sagas son un vehículo para el lado más macarra de Diesel, una especie de onanismo cinematográfico consistente en glorificar sus personajes como una especie de justicieros de la calle, de la gente de barrio, de lo auténtico (si aceptamos como auténtico ser un cani pregonero de filosofía y ética baratas de la universidad de la vida). Si exceptuamos la irregular y maltrecha saga de Riddick, Diesel ha definido su carrera en base a dos personajes como Dominic Toretto y Xander Cage, con los que parece haberse mimetizado en la vida real.

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“Sé que estás encantada de conocerme.”

Pero xXx: Reactivated no nos otorga esa excusa para el placer culpable. No hay nada del espectáculo divertido, de la puesta en escena descerebradamente hipertrofiada. No existe ese click que hace que te rindas al despiporre y que llegues a perdonarle su mentalidad medieval (otra vez más, esos duelos verbales de machos alfa rodeados de pilinguis). En su lugar tenemos un guión que convierte a Fast & Furious en Shakespeare, un humor que no conecta ni al nivel más básico y una dirección y estilo visual que ya resultaba hortera y viejo hace 15 años. Basta decir que la película, por hacer una suerte de guiño a su presunto público, abre y cierra con un cameo de Neymar, un tipo que ni es gracioso ni sabe encadenar dos palabras en inglés, para luego dar lugar a la trama más chorra del cine de espías en años: perseguir un aparato que permite teledirigir satélites para usarlos como arma arrojadiza. En la era de los drones con misiles de precisión, de la guerra informática o de las armas nucleares, la gran amenaza resulta ser tirar cacharros desde el espacio con una Wii U.

Como en Fast & Furious, intentan formar una especie de equipo/familia. Un grupo de gente de confianza de Xander Cage para llevar a cabo su misión. Pero el nivel del equipo es digno de un club de primeras espadas de Torrente: una tiradora de élite ecologista y lesbiana (se esmeran en subrayar ambas cosas), un conductor que disfruta chocando coches y un DJ que pincha música en las fiestas de los malos para despistarlos. Es decir, una francotiradora buenorra, Farruquito y Kiko Rivera. A los que luego se unen la “perreo interest” de Diesel y otro puñado de secundarios con deficiencias neuronales.

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“¡Kia!”

Ni siquiera la presencia de gente como Donnie Yen o Tony Jaa compensa con escenas de acción chulas las abismales cotas de vergüenza ajena de la película, como la especie de juego de bola loca con granadas entre tres personajes o la frase inicial que suelta Diesel a un niño brasileño: “El mundo es muy grande, pero cabe en tu corazón”. Así, sin vaselina.

No hay mucho más que analizar de una película que nunca debió haberse convertido en realidad, al menos no de esta manera. Vendida como un gran regreso, en realidad es una recuperación tardía (han pasado 12 años de su segunda entrega) y desganada de un personaje ridículo, prepotente y vestido como un gilipollas, vamos, un tipo que caería mal a cualquiera, donde vemos arrastrarse sin pasión alguna a D.J. Caruso, un director que en su día apuntaba maneras y que aquí parece consumido por el horror al que se enfrenta.

Quizás resulte muy subjetivo el lugar en el que pongo la fina línea que separa la mamarrachada divertida que son las últimas pelis de Fast & Furious de esta succionadora de vida. Ambas sagas se dirigen al mismo público, tienen similares niveles de incongruencias y aluden a los mismos instintos primaros del espectador masculino, pero juro que, como en Los gemelos golpean dos veces, hay diferencias obscenas pese a que comparten una misma genética. Y puede que la principal y más primaria de todas, más allá de la total falta de pasión y complicidad que supura esta peli, sea que Xander Cage es un gilipollas hasta en lo más profundo de su ser. Si la primera obsesión de Toretto era la familia, la de Cage es “molar”, y eso no hay persona sensata que lo tolere.

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