Verónica

Si bien la primera década de este siglo vino acompañada de un auge del cine de terror español con propuestas tan destacadas como [REC], Los otros o El orfanato, en la segunda década el género ha perdido fuelle en pro del thriller patrio. Por eso resulta tan refrescante encontrarnos un título como Verónica en la cartelera, que no sólo ofrece una propuesta autóctona dentro del terror, sino que lo hace mostrando a un Paco Plaza en una envidiable madurez como director y guionista (mano a mano con Fernando Navarro) del género.

Verónica se inspira en el informe policial de un caso real, conocido como el “Informe Vallecas”, que supuestamente es el único informe oficial que recoge un caso de actividad paranormal. Un caso en el que una niña que había jugado a la ouija falleció en extrañas circunstancias y cuya familia se vio acosada por extraños fenómenos durante varios meses después de su muerte.

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La película no pretende hacer un relato riguroso de aquellos hechos, sino ficcionar parte de los mismos para construir una historia que, como las recientes entregas de Expediente Warren, consiga aunar terror, una gran descripción de una familia desestructurada y el retrato de un momento y lugar concretos, siempre con un pie puesto en una realidad reconocible.

Posiblemente uno de los grandes aciertos de la película sea ese, el optar por una puesta en escena muy cotidiana y fiel a la España de principios de los 90 frente a las atmósferas hiperestilizadas de otras películas. Lo cual no le impide a Paco Plaza jugar sus bazas como director y buscar ideas visuales sugerentes sin que éstas chirríen con el tono general de la película (salvo una secuencia de montaje concreta que mezcla imagen real con recortes de revistas de misterio). En ese sentido, más que con Expediente Warren, Véronica tendría un hermanamiento más directo con la miniserie británica The Enfield Haunting, otro estupendo acercamiento a la historia ya vista en Expediente Warren: El caso Enfield.

El otro logro es centrar el protagonismo casi de forma exclusiva en la debutante Sandra Escacena y, por pura obligación contextual, sus hermanos pequeños de los que debe hacerse cargo. Todo ellos están estupendos, con una naturalidad pasmosa muy bien respaldada por algunas ideas del guión que incluso dan lugar a momentos espontáneamente cómicos, como en la vida real, sin que eso haga que la película se desvíe un ápice del terror que acecha a lo largo de ella.

veronica 2

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De algún modo, como ya ocurriera en El exorcista, aunque sin aspirar a la épica de aquella, la buena construcción del drama de personajes no hace sino potenciar la desesperación de los protagonistas al vivir una situación que no hace sino ahondar en la incomprensión, el aislamiento y la soledad propias de quien arrastra una carga en silencio, más aún si todo ello coincide con la adolescencia. Y cuando hablamos de buena construcción del drama, no hablamos de personajes evidenciando un trauma como plañideras, tratados como locos por el resto de personajes, sino de personas viviendo en el lado gris oscuro de la vida, ese en el que la soluciones desesperadas pueden parecer buenas ideas y en el que uno es capaz de embarrarse en su amargura sin apenas darse cuenta.

Así que Verónica es, al fin, no sólo una película de terror española de las que últimamente se ven pocos ejemplos, sino una buena película capaz de entretener al más fan del género sin ser perezosa en sus soluciones y mucho menos con sus personajes.

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