Llega de noche

Hace pocos días hablaba con Rafa de nuestras filias y fobias con el nuevo terror independiente norteamericano. Películas que en muchos casos tienen tanta brillantez en generar atmósferas inquietantes como austeridad en lo que a acontecimientos se refiere. Se establece así un frágil equilibrio entre la película capaz de sumergirte en un estado de mal rollo sin necesidad de recurrir a susteques, sólo metiéndote en la piel de unos personajes hipersensibilizados ante sus temores más profundos, y esas otras películas que sufren el síndrome del corto alargado.

Llega de noche entra dentro de esa categoría, quizás muy personal nuestra, en la que también podrían incluirse títulos como La bruja, It Follows, Berberian Sound Studio, el grueso de la filmografía de gente como Ti West o algunos trabajos recientes de Rob Zombie como Lords of Salem.

noche 1

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La película plantea su premisa desde sus consecuencias directas. La familia protagonista, encarnada por Joel Edgerton, Carmen Ejogo y Kevin Harrison Jr., se enfrenta a la pérdida de un ser querido, el abuelo de la familia, debido a una terrible infección vírica de la que se protegen aislados de cualquier vestigio de humanidad en una casa en medio del bosque. A partir de ese momento, el hijo de la familia, es acechado por pesadillas de muerte y miedo a lo invisible, tras enfrentarse por primera vez y de forma traumática a la pérdida de un ser querido. El inquietante título, por tanto, no hace tanto referencia a un mal sobrenatural como podía llegar a sospecharse por los tráilers, sino a las pesadillas que asaltan al joven a partir de ese momento, que tratan de conectar esta película con un género al que no se entrega nunca por completo. La llegada de un desconocido a la zona hace saltar las alarmas de la familia por miedo a verse expuestos de nuevo a la infección.

A partir de ese momento, la película es un relato bastante previsible, y no especialmente original en la forma, aunque bien ejecutado, sobre las limitaciones y ventajas que el miedo impone al ser humano. Un miedo que aplasta la empatía pero que previene de cometer errores fatales, dejando a los protagonistas luchando por conciliar su humanidad con su instinto de supervivencia en un contexto que no permite ambas cosas y, para colmo, con la familia como un frágil marco moral. Por tanto, una historia más cercana a la fábula moralista sobre la cruel y contradictoria naturaleza humana que a una película de terror puro y duro.

noche 2

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Pese a una cuidada y austera puesta en escena y, por momentos, logrando inquietar gracias a las escapadas oníricas de su protagonista, ni siquiera el buen reparto que compone esta película logra brillar demasiado. Nadie defrauda y los galones ayudan a hacerlos creíbles a todos, pero las demandas de una película muy centrada en la forma y en las sensaciones generadas por tal contexto, no ayudan a levantar unos personajes construidos más en base a la desconfianza y miedos genéricos que a rasgos que los hagan especiales en algún modo. Sólo el protagonista, enfrentado también a ese periodo a medio camino entre la niñez y la edad adulta, y con sus dos grandes pilares afectivos y educativos tambaleándose por las circunstancias, logra interesar un poco en ese contexto hostil reducido a lo esencial. Tanto que la historia parece que nunca llega a despegar del boceto de la misma, de ese corto alargado del que hablaba al principio.

A diferencia de otros de los títulos mencionados, que podrían hermanarse en esa destilación extrema de lo que supone el miedo, Llega de noche no llega a culminar en un momento climático que compense su apuesta por la calma chicha malrollera, y eso que logra construir una definición gráfica de los temores de todos en algo tan elemental como una puerta. Cuando la película apunta su remate final, éste queda deslucido en un epílogo que parece querer subrayar lo ya evidente. Se echan en falta ese plus de detalles sutiles que ayudan a que, con poca información, el espectador logre componer un mapa de emociones e ideas más elaboradas de las que se ven en la superficie. Una versión más elegante pero no especialmente estimulante de aquellos episodios bajoneros que nos dio Más allá del límite en los 90.

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