Fast & Furious 6: malotes, chicas y coches ¿a favor de la familia tradicional?

Hay una cuestión que es innegable: no hace falta ver las anteriores entregas de Fast & Furious 6, para poder disfrutar con la película dirigida pro Justin Lin. Algo que en este caso considero una virtud porque, a pesar de que he visto alguna otra de la serie y que me resulta hasta simpático el descaro de algunos de sus personajes, no me apetece en absoluto tener que ver muchas más. Perfectamente especializado en la franquicia, Lin aborda la dirección de esta nueva entrega de malotes entregados a sus coches (y ahora también a sus familias), así como adictos a pisar el acelerador en una aventura que si bien resulta entretenida, también te obliga a hacer muchas concesiones de tu parte.

Crítica de Fast and Furious 6

Que la primera parte del relato sea mucho más entretenida que la segunda, contribuye a asimilar las carencias de credibilidad de un tipo de cine de género, subgénero casi mejor, en el que la verosimilitud no se destruye cuando un representante de la ley le propina una paliza a un sospechoso, sino porque también destroza la sala de interrogatorios en la que se encuentran, o con paradojas tan incomprensibles como cuando solicita la colaboración de otro cuerpo de seguridad y estos le responden como si se tratara de un malote cualquiera que, de hecho, es lo que parece en todo momento. Pero la ausencia de verosimilitud no impide que se pueda disfrutar del espectáculo sobre ruedas, que es de lo que se trata al fin y al cabo, unido a los ingredientes cómicos que impregnan la película.

De hecho, recomiendo fehacientemente ver Fast & Furious 6, aunque sólo sea para disfrutar de una espectacular secuencia, que tiene como no de sus protagonistas al puente de Silva, ubicado en Santa María de Gaia, isla de Gran Canaria. De esta manera podrán ser testigos de uno de los momentos cinematográficos más hiperbólicos que he visto en muchos años, capaz de provocar las carcajadas más sonoras en un salto que no sólo es inverosímil, sino que consigue elevar la película en una tesitura intermedia entre la ciencia-ficción y la parodia. Si has llegado hasta aquí, lo demás ya te dará igual y habrá valido la pena soportar la sobredosis de testosterona, mal gusto y autocomplacencia que se respira en la mayor parte del relato.

Fast And Furious 6: Paul Walker & Vin Diesel

No se puede negar la tenacidad del guionista de la película, Chris Morgan -en su tercer texto para la serie, que está ya preparando el siguiente, que ya no dirigirá Lin sino Wan, James Wan- que siendo capaz de obviar sin ningún prejuicio el contexto socio-político en el que se desarrolla la película -nunca ha sido así de fácil organizar carreras ilegales en el centro de Londres, como dice una piba de la película, ni ahora ni me juego que hace 20 años- también es capaz de crear líneas memorables para sus personajes. Lo del contexto lo digo porque más que suceder en la actualidad, Fast & Furious 6 está mucho más cercana al futuro distópico de la mítica Death race 2000, salvo que aquí no estamos en un pasado imaginario, sino supuestamente real. Lo de las líneas lo digo, particularmente, por esa frase impagable que Hobbs (Dwayne Johnson) suelta refiriéndose a su compañera Riley (Gina Carano): «dura y con cerebro», si encima hubiera sido rubia y guapa, las seguidoras de barbie se habrían cortado el pelo.

Crítica de Fast and Furious 6: Michelle Rodriguez & Luke Evans

Si bien el público español disfrutará con los tres magníficos momentos de Elsa Pataky en la película, en los que ni se nota que es rubia y guapa, lo que no me extraña y ciertamente delibero, es que hayan recurrido a resucitar el personaje de Michelle Rodriguez, auténtica malota en la vida real -y que pareciera estar especializándose en personajes resucitados como el que ya hiciera también en Resident Evil: Retribution-, que es la única que justifica verdaderamente y permite, junto con Luke Evans, que la película tenga un mínimo de credibilidad. Diálogos y acciones están perfectamente justificados en sus personajes, demostrando que no es tanto el guión, sino la capacidad de cada actor y actriz para hacerlos creíbles. Paul Walker no tiene mucho que hacer, no tanto porque no tenga nada que decir, sino porque Vin Diesel no debe querer que le hagan sombra, ahora que también es el productor. Y lo que son Gina Carano y Dwayne Johnson, bien podrían haberse quedado haciendo wrestling el resto de su vida, siendo particularmente ella una de las actrices más mediocres que he vio en pantalla, incapaz incluso de hacer parecer espontáneos la coreografía de sus golpes.

Crítica de Fast and Furious 6: Dwayne Johnson & Gina Corano

No puedo terminar sin hacer referencia a elementos absurdos de la película, como las dimensiones desproporcionadas de la pista de despegue de la secuencia final, el incomprensible apego familiar que insoportablemente invade a todos los personajes de la película y tantos otros momentos que no terminan más que de evidenciar que Fast & Furious 6 no debe tomarse como una película de acción sobre ruedas, sino como una parodia de sí misma que pareciera estar patrocinada por integrantes de la extrema derecha más conservadora, radical y católica. Algo que explicaría a la perfección la imagen de unas señoras con apariencia de prostitutas poligoneras, que se detienen para bendecir la mesa.

2 estrellas

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