Ant-Man y la Avispa

Después de un año en el que Marvel ha presentado dos hitazos tremendos, por un lado la inesperadamente relevante Black Panther y, por otro, la primera parte del gran colofón del MCU, Vengadores: Infinity War, nos llega el tercer estreno del estudio en menos de 6 meses, Ant-Man y la Avispa, una película que, de algún modo, sirve de desengrasante a la que ha sido, posiblemente, la entrega más contundente hasta la fecha. El licor de hierbas después del atracón.

Y es que Ant-Man y la Avispa funciona, esencialmente, como comedia. Mucho más cercana en espíritu, salvando las diferencias de género, a las comedias policiacas de Shane Black, que al cine de superhéroes. Buddy Movie a tres bandas (Ant-Man, la Avispa y Hank Pym) y con varias ramificaciones hacia otros secundarios. Eso sí, con un humor muy blanco y una apuesta en clave familiar, como ya lo fue la primera película del personaje interpretado por Paul Rudd, que aquí participa también como co-guionista.

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La película arranca tiempo después de los eventos vistos en Capitan America: Civil War. Scott Lang está a punto de concluir su periodo de arresto domiciliario tras haberse enfrentado a los “Vengadores formales” y los acuerdos de Socovia, disfrutando de tiempo con su hija y a punto de culminar un proyecto empresarial con sus viejos colegas. Pero una extraña visión le lleva a contactar con Hope y Hank Pym, quienes se hayan inmersos en una investigación que podría ser la última esperanza para salvar a la madre de Hope (la antigua Avispa), perdida en la dimensión cuántica desde hace décadas. Obviamente unirán esfuerzos poniendo en riesgo la libertad de Lang y con una inesperada enemiga capaz de traspasar la materia, su drama cuántico particular.

Como decíamos, más allá de esta trama, la película tiene una clara inclinación por la comedia. Sabiendo su propia instrascendencia dentro del universo Marvel, es una película que se ve sin atadura alguna para apostar por la diversión con algún momento francamente brillante (la visita al colegio). Algo clave para sobreponerse de algunos agujeros conceptuales bastante flagrantes incluso para una película de superhéroes (la idea de rescatar a un personaje que lleva décadas perdido en un lugar sin comida ni agua), de alguna escena hiperexplicativa que se convierte en excusa para la autopariodia y de una villana que, aunque a nivel antagónico sirva como el reflejo tenebroso de la Avispa, el personaje con más peso dramático de la película, se evidencia más que nunca como un recurso de guión para que esa misión tenga algún tipo de dificultad.

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La comedia tolera mucho más que ningún género las fallas de guión porque, si hay risas, se perdona casi todo. Y ser un episodio menor en el MCU, casi una rareza por la ligereza de toda la propuesta, sólo ayuda a afianzar esa sensación. No es hasta la primera escena postcréditos cuando la película decide virar al grave tono en el que este universo se encuentra inmerso en estos instantes. Todo un acierto el dejar el nexo para después de la peli teniendo en cuenta que ese trámite era obligado para los acontecimientos que vendrán después. Lo digo para aquellos que busquen el lugar que ocupa la peli en todo esto: sinceramente, no relevante, es agradecido.

Al final estamos ante una película más floja que su predecesora en cuanto a historia pero que sigue manteniendo el espíritu de aquella, con los contrastes de escala y los amigos del protagonista como principales recursos cómicos y con sus dos protagonistas como eje emocional, siempre desde la simpatía de quien podría ser tu colega de cañas de viernes por la tarde. Funciona muy bien en el terreno que quiere funcionar y, aunque tenga sus peros, es imposible cabrearse con ella.

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