Festival de Cine de Sevilla 2017 (II)

El pasado 11 de noviembre concluyó la última edición del Festival de Cine de Sevilla y, como ha sucedido en los últimos años, nuestro colaborador Manuel Vila ha estado ahí para cubrirlo. Os dejamos aquí la segunda parte de sus crónicas, con propuestas sustancialmente más favorables que la entrega anterior. Dejamos las dos próximas para la semana que viene, con la crema del Festival.

Parte1, aquí.

Por Manuel Vila

Little Crusader (Václav Kadrnka, 2017)

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Entré a verla sin saber que está basada en un romance checo. Y sinceramente, se notan ciertas desconexiones premeditadas para apoyar una puesta en escena más abstracta, poética. Borek, caballero que parece retirado de la vida guerrera, pierde una mañana cualquiera a su hijo Jenik, que por lo poco que vemos en pantalla siente una extraña atracción hacia la vida cruzada. Todo el remanso que se efectúa a la hora de describir momentos contrasta sin descanso con una historia que quiere tener coherencia y transmitir más emociones por la angustia vital que sufre Borek, que por el entorno aislado por el que su hijo deambula.

Se borra todo conocimiento de lo inabarcable que era la tierra medieval, presentando caminos que desembocan misteriosamente en lugares y personas oportunas para que avance la trama, o el padre pueda tener sus crisis nerviosas, nunca creíbles dados los terribles y estáticos extras, así como la contención de Karel Roden, visualizado como derrotado desde el primer momento, suprimiendo de su cara y cuerpo cualquier nervio, hasta el combatiente. No quedan claras entonces, las intenciones de Kadrnka: presenta poesía, sin embargo no experimenta, o no sobrepasa los límites asépticos que deja entre ver. Quiere invocar a un Dios con la escasez, hacer de esta una experiencia transcendental, pero no lo consigue del todo. Sí que nos deja con una película llena de naturaleza y momentos con los que identificarnos, todo dentro de un marco muy seguro para el espectador, desafortunadamente, poniendo en jaque toda la búsqueda y épica.

Os fillos da vide (Ana Domínguez, 2017)

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Con ‘Os fillos…’ nos encontramos ante un documental creado por la pasión de su directora a concretar en formato fílmico un trocito de su memoria. Se nos va revelando a cada cambio de formato las intenciones: al comienzo ese material en super8 nos fuerza a mirar la película como un rescate de archivo; de ahí pasamos a un digital de encuadre amplio, el campo presente; otros momentos parecen capturados en cámaras de teléfonos móviles o de cintas miniDV. Cada momento mostrado pide un forzar la mirada, y es entonces cuando se convierte en un puzle más complejo: todo es presente, no hay material pasado, sino reconstrucciones de época, y el uso de móviles en la noche es llevar al pasado lo imposible. La película de Ana Domínguez, se esfuerza por capturar lo poco que queda de aquella época en la que las vides de Valdeorras eran prosperidad, trabajo duro y que daba la posibilidad de sostenerse, aislarlo hasta el máximo para aclarar su recuerdo y no reproducirlo bastamente como una mera celebración en el pueblo.

Queda esta reseña también como advertencia si alguien espera encontrarse con un documento detallado sobre la elaboración del vino, o el trabajo de agricultor. No, no lo es, y no lo necesita, aunque enseña aspectos. ‘Os fillos da vide’ es un ejercicio de romanticismo entendiendo el cine como arte(sanía).

Ciclo Cordeiro y Reis

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Lo más enigmático y sobrecogedor que hemos podido presenciar en varias ediciones. Fue si no el primer, de los primerísimos anuncios que se hicieron, y desde el minuto uno para quienes tengan una oreja pegada al país vecino, sabíamos que iban a venir a Sevilla algunas de las películas más escondidas de la filmografía portuguesa (ejem, en su formato original o de gran calidad). Y después del hecho, sigo igual de conmocionado, por buenas y malas razones.

Tomando el cine de Antonio Reis y Margarida Cordeiro como ente único, estamos ante algo inexplicable, posiblemente las mejores cápsulas de tiempo que haya podido ver en un cine. Éstas no son unas películas únicamente dramáticas, ni de ensayo, ni documentales. Juegan al híbrido continuamente, para extraer de la tierra, esa que cohabitan delante de los montes, un significado que ven intrínseco al humano que la puebla, la mima, y la pisa. Son películas donde la adolescencia de las mujeres, la infancia, o los padres extraviados no son metáfora o énfasis, elementos de guión, son imágenes del recuerdo, belleza tan importante como el presente, de la que no se puede huir mientras haya un alma para recordarlo. Y lo muestran extrayendo la esencia de los motivos, capturada mediante el cine utilizando simpleza de recursos, la universalidad solo necesita de voz, los complementos son solo eso. Sí, creo que podemos llegar a la conclusión de que este es un cine humanista, y de intenciones sincero.

Es incomprensible entonces que, en este ciclo programado por Manuel Asín, se emparejen esas películas junto a otras que exprimen el lenguaje audiovisual de otras maneras tan radicales, como ‘O acto da primavera’ de Oliveira, donde las declamaciones no cesan y terminan rompiéndote al tímpano hasta que culmina en un giro de guión demasiado trillado, aunque divertido en su expresividad del montaje; ‘Mudar de vida’ de Paulo Rocha, con sus juegos de música, primeros planos y sobreactuaciones, que recuerdan a películas japonesas o de Europa del Este; o incluso ‘O sangue’, indiscutiblemente la mejor del montón, con un Pedro Costa entendedor del movimiento y la estaticidad, usando sombras crudas o superdefinidas para mostrar traiciones o momentos que bien podrían pertenecer a cualquier sci-fi intimista. La única razón es lo anecdótico, Reis trabajó en ésta o aquella, a Costa le encanta el cine de Reis. Cosas que bien se podían haber resumido en las interminables diatribas de Asín como prefacio en cualquiera de las sesiones originales, en lugar de ser sesiones para convencer a un público que obviamente ya había comprado su entrada, de que estaban a punto de ver una obra maestra. Quien haya sido completista del ciclo ha podido ver buenas películas, y algunas hasta en 35mm, pero qué lástima que haya sido a costa de confundir lo que era verdaderamente importante.

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