[Reseñas] Aquaman núm. 15/1 (Renacimiento)

El Nuevo Universo DC sentó de maravilla a Aquaman, que empezó desde el principio con una mitología renovada y numerosos cambios con los que Geoff Johns insufló nueva vida a un héroe que siempre ha estado entre los más incomprendidos. La colección se convirtió en un éxito desde el primer número y Arthur Curry pasó a ser uno de los héroes estrella de la editorial, riéndose de sus propias limitaciones y llevando con dignidad las burlas recibidas a lo largo de los años. Johns es experto en revitalizar personajes y después de haberlo hecho con Barry Allen y Hal Jordan, Aquaman consiguió beneficiarse de ello, incluso cuando Johns dejó la colección. Gracias a esa renovada fama y a haber sido protagonista de una de las colecciones mejor valoradas de los Nuevos 52 y de alguno de los mejores crossovers que nos dieron durante esos años, la entrada de «Aquaman» en Renacimiento tenía mucho que cumplir.

Dan Abnett inicia esta nueva etapa con buenas ideas y un nuevo comienzo que se nutre de lo narrado anteriormente pero lo hace de forma que cualquiera que jamás haya leído a Aquaman pueda ponerse rápidamente en situación y conocer lo más importante del personaje: híbrido de humano y atlante, rey de Atlantis, héroe y miembro fundador de la Liga de la Justicia, buen esposo. Abnett asienta rápidamente eso mientras se narra el inicio de una nueva historia en la que se presenta ante el mundo la embajada atlante en Estados Unidos, un puente entre las dos civilizaciones con el que Aquaman quiere limar asperezas entre sus dos pueblos y mostrar que el odio solo conduce al odio y que el miedo es la mejor forma de llegar a ello. Tamaña empresa requiere de mucha preparación y una presentación ante el mundo que sirva para colocar los primeros cimientos de una relación volátil que cualquiera podría aprovechar para explotar. Literalmente. Viejas vendettas regresan y la tensión entre los dos mundos podría intensificarse mucho más. Malas noticias para Aquaman y los suyos, aunque solo dentro de la historia, porque el cómic es sí está lejos de ser una mala noticia.

Abnett plantea un nuevo comienzo que bebe de lo establecido por Johns y se distancia lo suficiente como para que pueda ser un punto de partida y al mismo tiempo una continuación. La idea de la embajada está bien llevada a cabo y se utiliza como la excusa perfecta para todo lo que va a suceder después. Al mismo tiempo, vuelven los recordatorios, las burlas y la desconfianza, mostrando que sigue siendo el mismo Aquaman presentado hace algo más de cinco años. Pero aquí la faceta más heroica de Aquaman queda un poco apartada, sin desaparecer completamente, ya que lo que busca Abnett es convertirlo en una especie de líder político para tender puentes entre dos mundos enfrentados. Durante años, los atlantes han temido y odiado a los moradores de la superficie, inconscientes de la contaminación generada y la destrucción de los océanos y mares, su hogar. Durante años, los humanos han desconocido completamente la existencia de los atlantes, que inspiraron leyendas marinas y se presentaron como potencial amenaza para el mundo entero, en gran parte por culpa de Orm y su ambición por llegar al trono. Un conflicto difícil de solucionar al que Arthur Curry quiere poner remedio.

Sobre poner remedio podríamos seguir haciendo mención a un importante detalle de números anteriores a la llegada de Renacimiento: Mera se convirtió en Aquawoman y dejó atrás su característico traje verde para convertirse literalmente en la versión femenina de Aquaman, ropa incluida. Abnett deja atrás eso y lo menciona de paso en un diálogo, dejando claro que Mera vuelve a ser Mera, reina, guerrera, esposa y ahora responsable de la embajada de Atlantis. Así que, como decimos, se recuperan conceptos anteriores pero se cambian algunas cosas que merecían ser cambiadas y se ofrece un nuevo planteamiento centrado en esos puentes que los atlantes (no todos, claro) quieren tender para limar asperezas.

En el terreno artístico, diferentes dibujantes para poder cumplir con las exigencias de una serie de periodicidad quincenal vuelven a pasar factura a la homogeneidad del cómic. En general hay un buen trabajo detrás, pero los contrastes entre unos dibujantes y otros se notan y eso puede no gustar a los que prefieran algo más armonioso. A parte de eso, es un cómic que puede disfrutarse por su dibujo y eso es más de lo que se puede decir de otros, así que si siguen por esa línea el apartado artístico no será un problema.

Aquaman lleva varios años con una colección sólida que nada tiene que envidiar a los grandes iconos de la editorial. Abnett ha recogido el testigo de ese legado y ha puesto las primeras piedras para que las aventuras del Rey de Atlantis sigan estando a la altura de lo que construyó Geoff Johns con los Nuevos 52. Por el momento nos hemos encontrado con grandes ideas ejecutadas de forma inteligente y algún planteamiento interesante para crear más problemas futuros. Y decimos futuros por decir algo, porque antes de que acaben los números incluidos en este tomo el sueño de Aquaman está lejos de cumplirse y son varias las cosas que pasan que lo ponen contra las cuerdas. El miedo, ese poderoso enemigo que siempre ha acechado las relaciones entre pueblos diferentes. Por suerte, no es miedo lo que tenemos respecto al futuro más inmediato de «Aquaman», así que que siga el buen trabajo.