Regreso a Casa

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Regreso a Casa

Zhang Yimou nos da una de cal y otra de arena. Pero no como el que lee estas líneas piensa (al menos bajo el punto de vista del que las escribe) sino por sus dos líneas de dirección: en su estilo maravilloso y grandilocuente visualmente hablando cuando mencionamos su trilogía Wuxia (Compuesta por Hero, La casa de las dagas voladoras y La maldición de la flor dorada) por la que muchos le conocen en occidente, y le asimilan directamente con la preciosista composición de planos, colores, fotografía o épica salpicada con melodramáticas gotas de William Shakespeare en sus guiones. 

Pero no olvidemos por lo que anteriormente se le conoció en estos lares: Sorgo Rojo, Ni uno menos, o El Camino a Casa, películas crudas, frías y secas, a la vez que nostálgicas, ya sea incluso visualmente hablando, y que versan sobre algún capítulo de la China comunista.

Entre esas dos vertientes (que en algún detalle simbólico e ideológico también se dan la mano) la película que se ha estrenado recientemente, la penúltima de este director, se encuentra dentro de sus orígenes como cineasta, dentro de esa línea gruesa que nos emociona a partes iguales. 

Mucho más cercana incluso a Amor bajo el espino blanco, en cuanto a historia de amor contada con una crudeza aguda y sútil, muy sútil, más incluso que El camino a casa, película con la que comparte algún simbolismo, y a la que nos remite en el título.

Yimou se sirve de una Gong Li en estado puro en su interpretación de la protagonista, la esposa de un exiliado preso político, Lu Yanshi, que sufre amnesia debido a un accidente poco despúes de volver a tener contacto con su marido en su vuelta. 

Sin desvelar más detalles argumentales para que el lector disfrute más de esta historia de amor cargada de espinas, mencionar esa continua simbología probablemente contraria al régimen comunista de Mao, destacando dos detalles: 

Esa caída con efecto dómino de las bicicletas, símbolo indudablemente del régimen, y el trozo de cartel propagandístico que, por falso azar, el protagonista arranca para escribir, lo que pudo ser, la última confesión a su mujer antes de que perdiera la memoria.

Nos deja con un sabor agridulce este film antes de que el director haga las américas con La Gran Muralla, coproducción Chino-americana, dónde regresa a su estilo visual apabullante y grandilocuente, este sabor amargo no porque sea una película regular, nada de eso, sino porque es dura y nos da una lección, como pudo ser la lección antes perpetrada en el film mencionado Amor Bajor el espino blanco, de que cuando pasa la tormenta, la calma es tan atroz como las secuelas causada, y por tanto, todos somos supervivientes.

RAÚL MARTÍN
findelahistoria

El artículo Regreso a Casa fue publicado originalmente en Fin de la Historia.

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