Adonis Creed despide a Shyamalan en España

Creed II: La leyenda de Rocky ha entrado muy fuerte en las salas españolas. El retraso en su estreno respecto a Estados Unidos parece que le ha venido bien a este título que en su país de origen no consiguió liderar la taquilla en ningún momento. Un título que ha gustado a crítica y público aunque sea menos redondo que la anterior entrega. Si en aquella se hablaba de la idea del legado, aquí se ahonda más en ese tema a la vez que se suman, de algún modo, las deudas con el pasado y la forma de lidiar con ellas.

La comedia Familia al instante entra en quinto lugar. Una película que gira en torno al tema de la adopción de una forma muy naif y buscando más empatizar y divertir que ser realista con el tema (cualquiera que haya pasado un proceso de adopción sabe que no es cosa de dos días). Sean Anders sigue explorando la comedia que surge del choque de la idea tradicional de familia y las diferentes realidades que realmente existen detrás de muchas de ellas y parece que lo hace con el habitual tino y también la habitual falta de trascendencia.

Décimo puesto para The Old Man and the Gun, nueva película de David Lowery (A Ghost Story) que supone también la despedida definitiva de Robert Redford delante de las cámaras (al menos eso dice). Un trabajo, basado en hechos reales, sobre un tipo que se paso toda su vida atracando bancos y transitando cárceles. La clase de persona que, incluso jubilada, no puede dejar de hacer aquello que ha definido su existencia.

Mala entrada para El blues de Beale Street, lo nuevo del director de Moonlight, Barry Jenkins, y una de las películas bien posicionadas en la carrera de los Oscar. La ausencia de nombres conocidos, un tema que no tiene particular tirón en España y un estreno muy modesto han dejado a este título en el puesto 16 en su semana de estreno pese a las buenas críticas. Veremos si al menos tiene aguante suficiente y consigue compensarlo en las próximas semanas.

Por último, puesto 19º para La casa de Jack, el título que le permitió a Lars Von Trier volver a pasar por Cannes tras ser considerado persona non grata por una mezcla de torpeza verbal e hipersensibilidad de prensa y festival. La película ofrece al parecer toda una exhibición actoral de Matt Dillon, pero también cierto ejercicio onanístico de Von Trier que no ha gustado mucho a la prensa. Y como es habitual también en él, con todos sus excesos y la incomodidad que genera, tiene suficientes alicientes hasta para aquellos que salen rebotados de la sala. Poca gente pude presumir de generar sensaciones encontradas a ese nivel y en épocas de cine esencialmente evasivo y cómodo, el valor de un generador de urticarias no es pequeño.

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