Tráiler español de ‘Blood Father’

Hace unos días los compis de GQ se preguntaban qué sucede ahora en Hollywood para que varios actores que superan los 60 se hayan lanzado de cabeza al mundo del ciclamiento extremo. Ver ya no a actores típicos del cine de acción como Schwarzenegger, sino a gente como J.K. Simmons, con más venas que la picha de un adolescente parece una especie de psicótica obsesión, no sé si personal o de la industria, por la juventud entendida como un cuerpo de culturista sin un gramo de grasa.

Uno de los últimos en volcarse a esta moda ha sido Mel Gibson. Desde su papel en la tercera entrega de Los Mercenarios se ha convertido en uno de esos yayos ciclados que ahora luce palmito en todo su esplendor en Blood Father, una peli de redención (por la vía de matar escoria) dirigida por Jean-François Richet (director del Asalto al Distrito 13 y Mesrine), que recupera al actor para un papel protagonista (algo que no sucedía desde 2012, en Vacaciones en el Infierno).

Gibson, del que Hollywood parece haberse olvidado, se mete aquí en la piel de un padre ex-convicto, desahuciado por la sociedad, que ver la posibilidad de hacer algo bueno cuando su hija acude a él tras ser acosada el traficante miserable de su novio.

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