Por qué 'Star Wars: El despertar de la fuerza’ es un perfecto ejemplo de narrativa visual

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El estreno de la nueva trilogía de la saga galáctica más venerada tuvo una recepción desigual entre los aficionados, o los espectadores en general. Las críticas se dividían entre la apreciación de su acción correctora frente a la maltratada trilogía de precuelas y las más obtusas, limitadas a la aireación de su factor nostálgico, acusaban una “infantilización” y la dispensa de elementos comerciales que influían en su calidad global como filme.

Lo cierto es que la caricaturesca (y cargante) comparación de todo lo relacionado con el universo Star Wars con ‘El imperio contraataca’ (‘Star Wars: Episode V – The Empire Strikes Back’, 1980) ha llevado a rebajar a muchos episodios de valor para elevar muestras tan discretas como ‘Rogue One: una historia de Star Wars’ (‘Rogue One: A Star Wars Story’, 2016) en base a la cantidad de “oscuridad” o elementos adultos que incluyan las mismas.

Star Wars Force Awakens Episode 8 Story

Resamplear es comunicar

La valoración o defensa de los elementos de aventura juvenil blanca que han hecho a la saga propagarse en el tiempo no es el objetivo de este texto. Tampoco ubicar en el envejecimiento de los propios fans de primera generación las decepciones posteriores por la sensación de apropiación de un universo que sigue creciendo mirando en las mentes aún dispuestas para la magia. Tampoco lo es argumentar si es o no un remake de ‘La guerra de las Galaxias’ (‘Star Wars’, 1977), sino hacer un apunte sobre el estilo narrativo de J. J. Abrams en el Episodio VII.

Muchas referencias a películas existentes dentro de las obras son formas abreviadas de transmitir información a través de información conocida, familiar para el espectador, y el caso de ‘El despertar de la fuerza’ (‘Star Wars: The Force Awakens’, 2015) no es una excepción. La experiencia en el cine genera su propia ley Gestalt en la que se captan intuitivamente conceptos como la composición de la escena, la estructura de la historia, las funciones de los personajes, el diálogo y el subtexto, las transiciones y el ritmo…

Por ello, dentro del universo hay ciertos códigos que sirven de apoyo a una historia totalmente nueva, aunque navegue por terrenos conocidos y no intente «crear» sino «avanzar». Y en este punto de partida es en dónde se articula el estilo narrativo de la película. Una de las cosas que pueden percibirse al primer vistazo en ‘El despertar de la fuerza’ es que intenta evitar la exposición dura. Opta por seguir la historia a expensas de completar los detalles, y cuando lo hace, es con moderación.

Expresionismo de impulso

En parte, una razón de esta estrategia es que J.J. Abrams elige mostrar, en lugar de decir. La economía narrativa está al servicio del ritmo y una coherencia con el espíritu de la saga original, eludiendo la reflexión excesiva y el exceso de palabras en boca de sus protagonistas. Por ello, la posición de la cámara, el lenguaje corporal de los personajes, también conforman un guion. No es una sorpresa que a veces la acción se transmita de forma elocuente sin una sola palabra de diálogo.

Con esto se trata de hacer un esfuerzo en lo mímico, en el impulso, la composición y el conjunto visual para que la historia se entienda casi sin sonido. Puede achacarse a que la historia es tan sencilla que colabora en la fácil digestión de un producto que no trata de ofrecer dificultad ninguna a su comprensión secuencial. Pero sea como fuere, la claridad y síntesis de la exposición son el fin y no la causa.

Uno de los grandes aliados de Abrams para dotar de energía casi expresionista a la narración es su montaje, ajustadísimo a la cantidad de información que necesita cada escena. Como consecuencia, la historia avanza a un ritmo constante. Las tomas nunca se alargan más de lo necesario y el espacio se adecua sin recrearse en momentos particularmente icónicos. Así, no hay más delectación de la necesaria en eventos que, a priori podrían exigir fuego lento, como la muerte de Han Solo o la despedida de Rey hacia su nuevo destino. A veces dice todo con un zoom a los elementos adecuados, que el espectador ya conoce.

Star Wars The Force Awakens R2 D2 Luke Skywalker Hand

El lenguaje visual y el diseño de ‘Star Wars VII’

Abrams da por hechas muchas cosas que podrían exigir más y más explicación, pero sencillamente deja que el espectador llene los huecos con información intuible, implícita gracias al trabajo de composición y otros usos del lenguaje visual que se captan mejor en posteriores visionados. El departamento de diseño de la película es muy notable, pero no solo por la coherencia con la saga que habita, sino por buscar la homogeneidad, la pregnancia de conceptos a través de una armonía visual no geométrica, pero sí ordenada y bien distribuida.

Un ejemplo de esta disposición se encuentra en el uso del color y el uso intencionado de la luz y la sombra. Nada más empezar la película, una nave de la Primera Orden se eleva desde la esquina inferior izquierda para atravesar la fuente de luz y, finalmente, oscurecer gran parte del planeta en plano en una sombra casi impenetrable. Ya en ese momento se establece una dicotomía entre la luz y la oscuridad para representar los dos lados en conflicto además de adecuarse a los tropos familiares a la saga (Una nave llenando el plano).

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Este juego de colores, que puede resultar obvio, tiene rápidamente una continuidad en el resto de la película. El gran núcleo temático de la obra gira alrededor de los dos personajes que ejemplifican cada una de las facciones. Rey, la nueva representante del lado de la fuerza en este viaje, por una parte, y por otra Kylo Ren, hijo de Leia, pero nieto de Darth Vader, la mayor representación del poder de la oscuridad y la maldad. Él se nos presenta primero, saliendo de una nave negra, con una túnica negra con capucha y un casco.

Presentación y coherencias

En ese atuendo negro, que obviamente hace eco del de su abuelo, también se relaciona con el emperador de las otras sagas por la capucha. Ambas cosas combinadas, lo alinean rápidamente, de un vistazo, como el antagonista principal de la película (y la nueva trilogía) sin necesidad de usar minutos innecesarios. De la misma manera, el hecho de mostrarle postrado ante un líder superior, posteriormente, apela a los mismos rituales de otros villanos en la saga, con la diferencia de ver a un novicio en el puesto que antes ocupó Vader.

Kylo

El caso de Rey es el opuesto. El bien es representado en su vestimenta, y la luminosidad del planeta Jakku, que también es una obvia referencia al Tatooine donde nace el héroe de la anterior trilogía, una nueva información visual aprendida. Dentro de un mundo de reliquias del pasado, de leyenda representada por naves imperiales derribadas, ella se nos presenta como una pequeña parte de este paisaje, completamente sola, viviendo en un AT-AT caído, una pieza de guerra abandonada desde hace mucho tiempo.

Rey Dooku

El encadenado de momentos del día a día de la muchacha nos indica su autonomía, su autosuficiencia y también su rutina. Hay juegos de miradas que nos indican mucho más de lo que parece a primera vista. Cuando Rey mira a una mujer vieja, está mirando su destino, lo que pasaría si se quedara en ese planeta, un resumen del mismo conflicto del joven Skywalker en ‘La guerra de las galaxias’ resuelto en apenas segundos y con una expresión grave y reflexiva.

Reylook

Código de color

En ese mismo entorno se une al personaje de Finn, que aunque no sea tan importante como los dos anteriores, acaba en la escena climática junto a Rey y Kylo Ren, indicándonos el peso de su papel en el futuro. Pero hay algo en su presentación que lo conecta a los otros dos personajes. Si algo nos atrae la atención de los primeros momentos de la cinta, es que los tres aparecen en un primer momento con máscara, para destaparnos su verdadero rostro más adelante. En el caso de Finn y Rey tardan menos que Ren.

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Para él la máscara es una muestra de su vacilación, de sus dudas. Y es la gran diferencia con Vader. En aquel, la máscara servía para reafirmar su condición de villano, siempre en el plano del mal. Aquí es una parte de su expresión vacilante, de la búsqueda de un escondite. Por ejemplo, cuando Snoke decide destrozar el planeta y, posteriormente, en el uso del arma en sí. Vemos la vergüenza detrás del impasible gesto de la pieza de metal negro. En la misma escena, el rojo del láser se refleja también en el casco, revelando otra clave visual esencial del personaje.

Kylo Estrella

El color negro, como vimos es el contraste, el absolutismo, una sola manera de pensar. El uso de la luz abriéndose paso en la oscuridad o viceversa también ocurre antes cuando Ren habla con Snoke, cuya figura, en realidad, impide que la fuente de luz del plano llegue a su protegido antes. Snoke está arrojando a Kylo Ren a la oscuridad o privándole de la luz. El contraste de bien contra mal se aprecia al final, cuando el azul del sable de luz de Luke Skywalker se bate contra el rojo de un Kylo Ren desbocado, afectado por lo que ha hecho, fuera de sí. Aunque el color ya nos ha ido indicando la propia incapacidad de su dueño para controlar sus emociones.

Kylo Ren And Snoke

El rojo es ira. Ren mayoritariamente, aparece relacionado con el color rojo. Tanto la luz del rayo de la estrella de la muerte, como la que le ilumina la cara cuando asesina a su padre (que por cierto cae a un vacío blanco, luminoso, celestial). Siempre tiene la tez coloreada por el rojo, lo que nos indica también el producto rabioso de su propio remordimiento y dudas. El color de su sable láser, que también refuerza esa impresión, es solo una continuación de su identidad visual, aunque el resultado plástico en pantalla de la combinación de colores es apabullante.

Kylo

Kylo Ren y Rey, las dos caras de ‘El despertar de la fuerza’

Su sable dice mucho del personaje no solo por el color, o la cruz que forma, que indica dogma, religión, autoritarismo. Lo más interesante es que el halo de láser no es compacto, es estriado, retorcido, erróneo. No funciona con la uniformidad de los sables tradicionales, sino que está mal hecho, el proceso artesanal Jedi de montaje ha salido mal, tiene un arma deficiente y es un reflejo de su misma condición como aprendiz del lado oscuro. Alberga una gran lucha interna que le atormenta. Incluso las telas deshilachadas de su túnica proyectan esa imagen.

Ren Sable

Si bien se le presta mucha más atención a Ben/Ren, que a otros villanos en el género, la protagonista principal sigue estando de parte del bien. Su código de colores luminosos se complementa con su atuendo, propio de su planeta, pero lleno de ocres claros que expresan cierta asociación con sabiduría y nobleza. No deja dudas, y por si fuera poco, el montaje se dedica a hacer apurados diálogos visuales entre los dos personajes.

Los montajes paralelos con Rey y Kylo son constantes durante todo el metraje, y hablan de un desarrollo paralelo de ambos personajes, como dos caras de una moneda. En sus momentos juntos en pantalla, se percibe un ambiente que esconde algo más, una intencionalidad desde la sala de edición que descubre detalles en la forma de mirar, en las reacciones, que abre las posibilidades ante una tensión sexual, o una curiosidad oculta de Ren sobre Rey, que podría significar que tiene una información que tanto ella como nosotros ignoramos.

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Atajos narrativos desde la referencia

Podríamos analizar el film de cabo a rabo para comprobar su voluntad de crear atajos de información en el plano que refuerzan las ideas que quiere transmitir cada escena. Un ejemplo de ello es el diseño de imágenes reminiscentes a ‘El Triunfo de la voluntad‘ (Triumph des Willens, 1935), la película de propaganda alemana con Hitler en Nuremberg. Casi un tropo ya para caracterizar a villanos de grandes blockbusters como ‘Las Dos Torres’ (‘The Lord of the Rings: The Two Towers’, 2002), con Saruman mirando a sus orcos desde su torre. Instintivamente dibujamos la conexión con los nazis y el mal, y en la saga ya se habían dado apuntes más discretos.

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A menudo, también hay elementos de la trama que se fusionan con otros, como la revelación del mapa proyectado en dentro del Halcón Milenario. Enmarcado en un holograma, Han Solo revela a Rey y Finn la verdad sobre la Fuerza y sobre los Jedi. No es una coincidencia que cuando explica su visión de la fuerza, que conecta a todos los seres vivos, lo haga entre cuerpos celestes interconectados y el escenario tridimensional de luces y formas se transforme en un halo mágico (de color azul, el bien, claro) que añade dramatismo al discurso.

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Hay infinidad de detalles como estos, pero lo que llama la atención es su voluntad por simplificar para alcanzar un clasicismo nada estático, que carga las tomas de significado y las hace funcionar de forma pulcra y estilizada, evitando el efecto de saturación. Como consecuencia, ‘El despertar de la fuerza’ es una película que prácticamente se puede ver y entender sin volumen —aunque la banda sonora potencia el efecto de la intención visual—, y eso lleva implícito un laborioso trabajo invisible que, guste más o menos el resultado, está ahí.

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Por qué ‘Star Wars: El despertar de la fuerza’ es un perfecto ejemplo de narrativa visual

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Jorge Loser

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