Doctor Strange

Siendo uno de los personajes emblemáticos del Marvel de los 60, han tenido que pasar 30 años hasta tener una versión cinematográfica del Doctor Extraño desde las primeras intentonas a mediados de los 80 (aunque cierto es que hay una TV movie de 1978 y una adaptación apócrifa bajo el nombre de Doctor Mordrid). El universo cinematográfico de Marvel le ha otorgado el  nº14 en su saga de películas, dentro de la llamada fase 3, con la aspiración de ser parte del relevo de personajes que tendrá lugar, previsiblemente, tras las dos entregas de Vengadores: La guerra del infinito.

Seguramente había esperanzas de encontrar algo sustancialmente diferente aprovechando la propia naturaleza de un personaje ubicado más en el mundo esotérico que en el  “terrenal” universo superheróico, pero lo cierto es que Marvel, como viene siendo habitual, ha dado pie a una película que no desentone en exceso con el resto de títulos. Si añadimos eso a lo limitado de la fórmula de una película de origen de personaje, hay que concluir que la originalidad no va a ser el plato fuerte del conjunto.

Marvel's DOCTOR STRANGE..Doctor Stephen Strange (Benedict Cumberbatch)..Photo Credit: Film Frame ..©2016 Marvel. All Rights Reserved.Marvel's DOCTOR STRANGE..Doctor Stephen Strange (Benedict Cumberbatch)..Photo Credit: Film Frame ..©2016 Marvel. All Rights Reserved.

© Marvel

En este sentido también se repiten algunos de los puntos fuertes y flaquezas que han caracterizado a los títulos de Marvel: Gran trabajo a la hora de dotar de carisma al personaje protagonista y a alguno de los secundarios, búsqueda constante de diversión, villano de chichinabo y una escrupulosa dosificación del humor para que la película nunca sea excesivamente grave ni tampoco excesivamente boba.

Si hay algo por lo que este título se desmarca de los vistos hasta ahora en la colección es que Scott Derrickson se permite sacar provecho de las posibilidades visuales de ese mundo mágico e interdimensonal con constantes juegos geométricos y sensoriales que se nutren de los pasos previos dados por títulos como Contact (en ese primer viaje astral del personaje) y sobre todo Origen de Christopher Nolan.

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© Marvel

Tampoco se ha escatimado a la hora de conformar el reparto, donde aparte de Benedict Cumberbatch, que no falla (y hasta se marca una breve escena de slapstic con su capa), destaca especialmente Tilda Swinton en esa revisión del Anciano de los cómics, mentor de Strange y original hechicero supremo de esta dimensión, que construye de forma muy sutil el personaje más enigmático y emotivo de todos. Con qué poquito esta mujer hace milagros en una película que tampoco invitaba a especiales alardes en su caso. Más deslucidos quedan Ejiofor y Mikkelsen, este último condenado a hacer de “malo porque sí”.

Al final todo concluye con los mimbres necesarios para, con suerte, ofrecer una segunda película más rica e interesante sin que ésta llegue a decepcionar ya que, para bien y para mal, sigue a rajatabla los esquemas del cine de la casa y cumple holgadamente con los mínimos que uno espera de ella. Simplemente la monotonía empieza a hacer acto de presencia y al final queda la sensación de que debajo del trabajo de chapa y pintura, que no es pequeño, ha habido muy poco interés en hacer algo mínimamente diferente. Es algo a lo que Disney, en esa política de mejor malo conocido que bueno por conocer, ya nos tiene habituados con ejemplos tan sangrantes como el Episodio VII de Star Wars.

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