'Doctor Strange', la magia de Benedict Cumberbatch y Michael Giacchino

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“La magia del cine” solemos decir muchas veces. Esa magia que nos lleva a lugares lejanos de nuestra imaginación, haciéndonos olvidar nuestros problemas reales, creyéndonos co-protagonistas —a modo de testigo observador de los hechos— de historias en universos que son un reflejo del nuestro. Marvel Es Tu Dios —permitidme la broma— es una de las grandes gallinas de los huevos de oro al respecto. Su magia consiste en hacer realidad los deseos y sueños de los amantes del llamado noveno arte, mientras atrae al resto.

‘Doctor Strange’ (íd., Scott Derrickson, 2016) tenía todas las papeletas para apartarse de la rutina de las películas salidas del estudio, prácticamente cortadas todas por el mismo patrón, con guiones que parecen escritos no por personas, sino por programas informáticos. El personaje que Stan Lee y Steve Didko crearon a imagen y semejanza del actor Vincent Price llega lleno de magia y trucos al universo que Marvel extiende cual plaga de langosta. Al igual que Robert Downey Jr. fue vital para hacer de Tony Stark/Iron-Man, Benedecit Cumberbatch lo es para este film.

Derrickson, con uno de sus habituales colaboradores, C. Robert Cargill —co-autor del libreto del mejor film de Derrickson hasta la fecha: ‘Sinister’ (íd., 2012)—, más Jon Spaiths, intentan construir un relato que se aparte, en la media de lo posible, de lo ofrecido hasta ahora en el cansino y repetitivo universo Marvel. No lo han conseguido. Aun siendo el film de Derrickson más entretenido que la media, la historia es lo de siempre pero con otro envoltorio. Otro juguetito sin personalidad —no quieren de eso en Marvel— que se apoya descaradamente en la labor de un actor y un músico.

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A los pies de Cumberbatch

Benedecit Cumberbatch es uno de los actores del momento. Su papel en la extraordinaria serie ‘Sherlock’ (íd., 2010-2017) —la cuarta y última temporada la veremos en enero— le abrió de par en par las puertas del séptimo arte. En él ha demostrado lo camaleónico actor que es, haciéndose cargo de cualquier tipo de personaje. Sin embargo, en la presente recuerda demasiado a Holmes. Esto evidentemente es un guiño a uno de los cómics del personaje, pero por momentos da la sensación de que Martin Freeman aparecerá por una esquina del plano.

A pesar de ese déjà vu con el personaje central —que Cumberbatch consiguió por encima de otros muchos y conocidos actores, entre ellos Jared Leto— el actor se apodera de la película sin sufrir demasiado por ello. La composición que hace del personaje sirve para empatizar con el público y que éste se trague todo lo que rodea a Don Cumberbatch, aunque sea un universo que alarga hasta el infinito las posibilidades de lo que Christopher Nolan construyó en ‘Origen’ (‘Inception’, 2010).

El actor británico demuestra encontrarse como pez en el agua. El personaje parece escrito, sin duda, para él. Dicho de otro modo. Benedict Cumberbatch no interpreta a un excelente Doctor Strange; realmente el personaje es adaptado al actor, quien tiene todo un megablockbuster a sus pies para lucirse todo lo que le dé la gana. Y así lo hace. Tanto que el resto del reparto no tiene nada que hacer a su lado. Además, el dibujo del resto de personajes raya lo esquemático, incluso el cliché. Actores como Chiwetel Ejiofor, Tilda Swinton y Mads Mikkelsen están enormemente desaprovechados. Además entran y salen de escena porque sí.

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Giacchino, el contador de historias

Superando la decepción de ver a un actor de la categoría de Mikkelsen —no entiendo su participación en el film, a no ser por el cheque— relegado a un par de secuencias de acción, a diálogos incluso con poca chispa en esa búsqueda del humor en algunos films Marvel —“¿No tienes ni idea de cómo usarlo, no?”—, lo verdaderamente preocupante es presenciar una historia muy simple que se puede resumir en gente, perdón, muñequitos, corriendo y saltando.

Algunos elementos, oh, sorpresa, parecen influenciados por lo que hace Marvel en televisión, donde también están creando su propio universo con personajes digamos de segunda categoría —ejem—, y para mí muy preferible a lo que hacen en cine. Así el rol de la también desaprovechada Rachel McAdams parece una variación del de Rosario Dawson en ‘Daredevil’ (‘íd., 2015- ), por citar un ejemplo. Parte del clímax recuerda a otra estupenda serie, larguísima, y en la que Cumberbacth habría quedado estupendo como posible… Doctor.

Scott Derrickson, que ha debido gozar lo suyo escribiendo y filmando la película, ya que trata temas que le obsesionan, tales como la fe o la existencia de otros mundos/dimensiones/whatever, no abusa de la típica taquicardia visual de los productos Marvel, y su pulso es más firme en secuencias íntimas. Pero quien narra realmente ‘Doctor Strange’ es Michael Giacchino, que vuelve a regalarnos un score lleno de emoción y ritmo. La música muestra más aventura que la imagen. Giacchino llega más lejos de lo que Derrickson “más allá del tiempo”.

No se vayan todavía. Aún habrá más. Y más. Y más…

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‘Doctor Strange’, la magia de Benedict Cumberbatch y Michael Giacchino

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Alberto Abuín

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